Crónica: España en Trieste, el exilio de los reyes carlistas
El 9 de noviembre tuvo lugar en la ciudad de Trieste (Italia), la jornada «España en Trieste, el carlismo y su exilio», organizada por la Fundación Ignacio Larramendi y el Ayuntamiento de Trieste, que contó con la presidencia de honor de Don Carlos de Borbón.
Con una nutrida presencia española, desplazada allí para la ocasión, los actos comenzaron con una misa en la catedral de San Justo, para continuar con la inauguración de la ruta España en Trieste, descubriéndose junto al alcalde de la ciudad, Roberto Dipiazza, las placas conmemorativas en tres lugares emblemáticos del exilio carlista, y culminaron con un acto académico.
Misa en la Catedral de San Justo
A las nueve y media de la mañana comenzó la misa, promovida por la Pía Fundación Familia Real Carlista, erigida canónicamente en la diócesis triestina bajo el patronato de la Familia Real y la fundación Ignacio Larramendi, y cuyo objetivo es la celebración anual, cada 4 de noviembre, de misas en sufragio de los miembros de la Dinastía difuntos.
Los sones de la Marcha Real fueron interpretados al órgano en la catedral de San Justo Mártir al entrar en ella el Duque de Madrid, que acudió acompañado de su esposa Doña Ana María y de su hijo Don Carlos Enrique. La santa misa fue oficiada en latín por el Vicario General de la diócesis de Trieste, Monseñor Marino Trevisini, y fue armonizada por el maestro organista Ricardo Cossi.
En el sitial de honor del lado del Evangelio asistieron a la Misa los Duques de Madrid y Don Carlos Enrique, ocupando el del lado de la Epístola María del Coro y Margarita Hernando de Larramendi, ambas familias como patronas de la Pía Fundación Familia Real Carlista.
Entre los fieles, en primera fila, una representación del Ayuntamiento de Trieste, encabezada por su alcalde, Roberto Dipiazza, al que acompañaban Lorenzo Bandelli, director del departamento de Innovación y Servicio al ciudadano del ayuntamiento de Trieste, Francesca Dambrosi, directora de los servicios financieros del ayuntamiento, y Giorgio Tagliapiedra, responsable de organización de los cementerios de la ciudad, junto a su esposa, Giuseppina Panzicca. Igualmente se encontraban Antonio Torres Ferrando, presidente de la Asociación 16 de Abril, una representación de la Real Orden de la Legitimidad Proscrita, los señores Guido Agosti y Emilio Villa, en representación de la Asociación de Caballeros de las Órdenes Dinásticas de Parma, los catedráticos Alfonso Bullón de Mendoza y Antonio Manuel Moral Roncal, y la viuda, hijos y nietos de Luis Hernando de Larramendi, quien fuese el primer impulsor de esta iniciativa que acaba de culminarse.
Para la ceremonia, oficiada en la capilla de San Carlos, donde están enterrados los restos mortales de algunos de los reyes carlistas –Carlos V, Carlos VI, Juan III y Carlos VII junto a miembros de su familia como la Princesa de Beira o el Infante Don Fernando–, se había colocado el frontal de altar donado a la catedral de Trieste por Carlos VII y su esposa María Berta de Rohan. El antipendio está bordado sobre brocado blanco con una imagen de San Carlos en el centro, flanqueado por los anagramas de Don Carlos y Doña Berta, las armas reales de España y cuatro flores de lis.
Igualmente, y como disponen los estatutos de la Pía Fundación Familia Real Carlista, el sacerdote oficiante, Monseñor Marino Trevisini, que saludó a los asistentes explicando los fines de la pía fundación, estaba revestido con la casulla negra que donó el mismo monarca Carlos VII, con las armas reales de España con el collar del Toisón de Oro bordadas en el centro. La Marcha Real sonó también en el momento de la elevación, interpretada al órgano por el maestro Cossi.
Al finalizar la ceremonia religiosa, y tras el canto del Salve Regina, Don Carlos y Coro Hernando de Larramendi hicieron una ofrenda floral a las tumbas de los reyes sepultados en este Escorial Carlista, sobrenombre con el que es conocida la Catedral de San Justo. Sobre la lápida de la sepultura de Carlos V, iniciador de la Dinastía, depositaron un ramo con claveles rojos y rosas amarillas, colores de la enseña española.
Finalizada la misa y la ofrenda floral muchos de los asistentes quisieron fotografiarse en la capilla de San Carlos, que tanta significación tiene para el Carlismo y, por extensión, para la historia de España.
Inauguración del Itinerario España en Trieste: descubrimiento de la primera placa
Al finalizar la misa se procedió a la inauguración del Itinerario España en Trieste. Dicho itinerario consiste en tres placas conmemorativas en los lugares más significativos que recuerdan la presencia de los reyes carlistas en la ciudad y la de los leales que marcharon al exilio con ellos, para conocimiento de las personas que visiten Trieste. Se descubrió la primera de ellas en la plaza de la catedral de San Justo, justo a las puertas del templo, y fue descubierta por Don Carlos, Coro Hernando de Larramendi y el alcalde Roberto Dipiazza. El alcalde Dipiazza, que portaba la banda que le corresponde llevar en los actos oficiales, dio la bienvenida al público allí presente y resaltó la importancia para el ayuntamiento de la ruta que se inauguraba, «pues la presencia de los monarcas carlistas en el exilio es un hecho bastante desconocido y merece la pena darlo a conocer a quienes visiten nuestra ciudad». También dedicó unas palabras de aliento y solidaridad con el pueblo valenciano, que ha sufrido los estragos de la gota fría.
Por su parte, Coro Hernando de Larramendi agradeció la «magnífica acogida» que había tenido esta iniciativa por parte del ayuntamiento, así como la «estupenda colaboración y ayuda en toda la preparación, tanto de este itinerario como de los actos de la jornada, sin las cuales no habría sido posible llegar a este día». Acompañada de la también patrona de la Fundación Ignacio Larramendi, Margarita Hernando de Larramendi Martínez, que tradujo sus palabras al italiano, Coro Hernando de Larramendi explicó que la iniciativa había sido ideada por su padre, Luis Hernando de Larramendi hace doce años. Indicó asimismo que el deseo de su padre habría sido que se inaugurase en 2021, en el centenario de Ignacio Hernando de Larramendi, creador de la fundación que lleva su nombre, y que, primero la situación por el COVID y después por la muerte de su padre, no ha podido culminarse hasta ahora. Igualmente expresó la intención de la fundación Larramendi de «seguir manteniendo las excelentes relaciones y los vínculos con la ciudad, e impulsar iniciativas académicas y culturales, fines de la fundación, en torno a este hecho histórico de la presencia del carlismo en Trieste».
Las patronas de la Fundación Larramendi junto al alcalde de Trieste
En el Cementerio Monumental de Santa Ana, ante la tumba de los leales
Finalizado el acto en la plaza de la catedral, un autobús y varios vehículos particulares transportaron al más de medio centenar de asistentes al segundo de los puntos del itinerario, el cementerio de Santa Ana, donde se descubriría la segunda de las placas.
En dicho cementerio se encuentra el conocido como enterramiento de los leales, donde reposan los restos de una veintena de españoles que acompañaron a Carlos V de Borbón al exilio en Trieste y que permanecerían allí hasta su muerte. El monumento funerario fue costeado en 1868 por la Princesa de Beira, adquiriéndolo a perpetuidad para las personas de su séquito: criados, generales, ministros, damas de la corte, sacerdotes y médicos… hombres y mujeres de diferente condición. El monumento funerario consigna la identidad de todos ellos bajo la inscripción Seguito degli augusti conti di Molina i Reali di Spagna Don Carlos V e Doña Maria Teresa (Séquito de los augustos condes de Molina, los reyes de España Don Carlos V y Doña María Teresa). Desde 1955 la tumba quedó bajo protección y tutela del Estado español, que es responsable de su mantenimiento y conservación.
Allí, frente a la tumba de los leales, fue en esta ocasión Don Carlos Enrique el encargado de descubrir la placa informativa. Ya con esta descubierta, Don Carlos Javier pronunció unas palabras (VER AQUÍ) para todos los asistentes.
Tras agradecer al Ayuntamiento su colaboración, el Duque de Madrid afirmó que fueron más de treinta mil los carlistas que «por mantener la lealtad a sus ideales y a su Rey, sufrieron la penuria del destierro. El dolor y el sacrificio heroico, de tener en muchos casos que dejar detrás a la propia familia y amigos. Muchos de ellos ya jamás regresaron a su hogar».
Don Carlos indicó que aunque se conozcan los nombres de los allí enterrados «hay muchos miles más de los que nada sabemos, ni tampoco del lugar donde entregaron sus vidas en tierra extranjera».
También añadió Don Carlos que «los carlistas marcharon al exilio por mantener la lealtad a su Rey. Pero pienso que en realidad es mejor decir que se trata de una lealtad recíproca. Porque los reyes carlistas también fueron leales a sus leales. Y ahí creo que reside una gran parte de la grandeza del Carlismo».
Finalizadas sus palabras, el Duque de Madrid invitó a los presentes a rezar una oración por los leales allí sepultados y «y por las decenas de miles de los que no tenemos noticia». Después del rezo del responso Don Carlos Enrique, Doña Ana María y Coro Hernando de Larramendi hicieron una ofrenda floral en nombre de todos los asistentes. Una bandera de la cruz de Borgoña, realizada con claveles rojos sobre margaritas blancas, símbolo de las mujeres carlistas, fue depositada sobre el monumento funerario.
El palacio de la calle Lazaretto Vecchio, tercero de los puntos del itinerario España en Trieste
Concluida la ceremonia en el cementerio los presentes fueron trasladados a la calle del Lazaretto Vecchio, donde se descubrió la tercera de las placas de la ruta carlista en Trieste. En esta ocasión quienes descubrieron la placa fueron Giorgio Tagliapiedra, responsable de organización de los cementerios de la ciudad y Sergio Rudini, de la Secretaría de la Asesora Sandra Savino, del ayuntamiento de Trieste, y que, en palabras de la Fundación Ignacio Larramendi, «ha sido el coordinador de todo el proyecto en la ciudad, haciendo posible que llegara a buen puerto».
El palacio (hoy Gossleth-Borbone) de la calle Lazzaretto Vecchio, que actualmente se encuentra en obras, fue la residencia de Carlos V en el exilio de Trieste. Había sido adquirido anteriormente su tía la Duquesa de Berry, madre de Enrique V de Francia. Se trata de un edificio de estilo neoclásico diseñado en 1836 por el arquitecto Giovanni Degasperi para el fabricante de muebles de origen húngaro Francesco Gossleth. Allí residió Don Carlos junto a su segunda esposa, Doña María Teresa de Braganza, Princesa de Beira, y a los hijos de su primer matrimonio, Carlos, Juan y Fernando. Dicha residencia de la calle del Lazzaretto Vecchio se convirtió en la corte real en el exilio y era punto de encuentro de legitimistas de numerosos países. El apartamento que ocupaba la familia real carlista contaba con veintitrés salas. Entre todas ellas, una fue destinada para la capilla y otras dos para el confesor y el capellán.
Comida y acto académico
Acabada la inauguración de la ruta carlista en Trieste, los asistentes se desplazaron al hotel Savoia Excelsior Palace, donde se sirvió un almuerzo. En la mesa presidencial, la Familia Real, Lorenzo Bandelli y Giorgio Tagliapiedra en representación del ayuntamiento triestino, así como las patronas de la Fundación Ignacio Larramendi, Margarita y Coro Hernando de Larramendi.
Culminaría la jornada con un brillante acto académico en el espacio Urban Center de Trieste, gentilmente cedido por el ayuntamiento, que incluyó dos conferencias pronunciadas por Antonio Manuel Moral Roncal, Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá, y por Alfonso Bullón de Mendoza y Gómez de Valugera, Presidente de la Fundación Universitaria San Pablo CEU y gran canciller de sus universidades, así como catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad CEU San Pablo.
Palabras de Don Carlos
Coro Hernando de Larramendi se encargaría de presentar el acto, dando paso al Duque de Madrid, que pronunció unas palabras inaugurales (ver discurso completo aquí).
Comenzó su discurso Don Carlos recordando a Luis Hernando de Larramendi, caballero de la Legitimidad Proscrita, indicando que «esta jornada tan emocionante y tan cargada de simbolismo» surgió gracias a su iniciativa, «que dejó en marcha antes de fallecer. Haciendo un paralelismo diríamos que, como el Cid Campeador, él también ha sido capaz de vencer las batallas después de muerto».
«Podríamos decir que Trieste se nos presenta como un gran epítome del Carlismo, una síntesis de algunos de sus rasgos más reconocibles», prosiguió, para pasar a detallar dichos rasgos. Por un lado, la lealtad mutua entre los carlistas y su Dinastía, que fue «leal a los españoles, a sus principios, a sus creencias, a sus libertades y a sus instituciones políticas y sociales». En segundo lugar, indicó Don Carlos Javier, Trieste es asimismo «el símbolo de la persecución y el exilio». Y por último se refirió a «la continuidad del Carlismo en el tiempo», representada en la catedral de San Justo por varias generaciones de reyes de la Dinastía.
A este respecto, indicó, la respuesta a la pregunta de por qué ha permanecido el Carlismo vivo tanto tiempo «está en las propias entrañas de quienes somos, de lo que somos». Haciendo un breve repaso histórico, Don Carlos recordó los millares de españoles que se alzaron en defensa de Carlos V en 1833, perteneciendo la mayoría a las clases populares, e indicó que «únicamente los derechos dinásticos de una persona no bastaban para levantar tales adhesiones, ni de un modo tan inquebrantable. Si solo se tratase de una bandera dinástica, el Carlismo habría desaparecido hace mucho tiempo».
«¿Dónde está la respuesta entonces a por qué tantos miles de españoles decidieron enarbolar una bandera y mantenerla en alto durante tantas generaciones?», se preguntó Don Carlos. «España posee una larga tradición en la defensa de sus libertades frente a los abusos del poder político», dijo. Mientras que en otros países triunfaba la teoría del derecho divino de los reyes y se implantaban las monarquías absolutas, «en las Españas teníamos como contraposición a la Escuela de Salamanca, o al Padre Juan de Mariana, que defendía el regicidio, inspirado en Santo Tomás, indicando que derrocar e incluso matar al tirano que gobernase en beneficio propio y no de su pueblo no sólo era lícito, sino también sano».
Por eso, porque «los españoles defendieron vigorosamente sus instituciones y sus normas propias, sus fueros, su autogobierno, frente a las intromisiones del Rey», en España no triunfó de manera total el absolutismo. Cuando en Francia la Revolución derrocó al monarca, ese poder ilimitado que tenía pasó a la «Asamblea Nacional, dando esa soberanía, ese poder absoluto, al concepto de nación allí representado» en lugar de instaurar «un régimen de poderes contrapuestos y limitados entre sí, como era el modelo español». Esto explica, según Don Carlos, que ante la entrada de las ideas revolucionarias traídas por Napoleón, incluyendo su virulencia anticatólica, los carlistas se opusieran a ellas.
El Duque de Madrid indicó que los españoles, con «esos cantos de libertad, meramente teórica, vieron cómo con el paso de los años se les arrebataban los bienes y las tierras comunales que habían disfrutado durante siglos para ir a parar a manos de unos pocos», y también «cómo sus viejas instituciones, en las que participaban activamente, desaparecían para dar paso a un sufragio que otorgaba poder ilimitado a sus llamados representantes». Igualmente se refirió a la acumulación del poder político, afirmando que «vieron cómo ese poder político cada vez tendría menos límites», a lo que se añadía el «ataque a sus creencias más profundas, a la fe de sus mayores, cada vez más virulento, llegando a convertirse en sangrientas persecuciones».
«Donde los liberales teorizan sobre la libertad, los carlistas han propugnado siempre sus libertades, las libertades prácticas que se pueden ejercitar. Las que se tocan con las manos», explicó, para añadir que «esa libertad de verdad, la que nace del libre albedrío, donde reposa la dignidad del hombre sólo por el hecho de serlo, le es innata y no le ha sido regalada al ser humano por ningún gobierno».
Hoy, dijo, «las circunstancias sociales y políticas son distintas a las que vivieron esos carlistas que tuvieron que marcharse al exilio y cuyos restos reposan aquí en Trieste. Pero las grandes cuestiones permanecen», lo cual explica la pervivencia del Carlismo en el tiempo.
El Duque de Madrid se refirió a los principios de la Doctrina Social de la Iglesia: Dignidad del Hombre, Solidaridad, Bien Común y Subsidiariedad, afirmando que «el Carlismo es una concreción a la española, avant la lettre, de esos principios permanentes, desde antes de que la Iglesia los formulase con ese nombre».
«Hoy más que nunca, el Carlismo tiene mucho que ofrecer a la sociedad. Nuestra riqueza doctrinal, que conecta pasado y futuro, ofrece una perspectiva enraizada en principios sólidos: en un mundo injusto la búsqueda de la justicia para todos; en las amenazas a la libertad, la reivindicación de nuestras libertades originarias concretas, nuestros fueros; y en el alejamiento de lo trascendente, el primer pilar de nuestro cuatrilema: Dios, de donde nace nuestra dignidad como hombre», concluyó.
Su discurso fue respondido con una larga ovación del público con el auditorio puesto en pie.
Conferencias
Con el auditorio lleno, tanto de españoles como de italianos, el acto, retransmitido en directo en streaming a través de la plataforma Zoom, prosiguió con la conferencia pronunciada por Antonio Manuel Moral Roncal. En ella, bajo el título «Los reyes carlistas, entre la patria y el exilio», el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá y autor, entre otros muchos trabajos, de la biografía Carlos V de Borbón (Actas, 1999), hizo un repaso detallado de vida de Carlos V y su familia en su exilio triestino, así como otros monarcas de la Dinastía. Moral Roncal resaltó que, frente a los que algunos historiadores hacen al acercarse al estudio del Carlismo, no se debe minusvalorar el papel de la figura del Rey en este movimiento, pues ha sido siempre un pilar fundamental para el mismo. Como ejemplo de ello puso cómo los reyes carlistas mantuvieron en su destierro todos los elementos de una corte, incluyendo la disposición de las estancias en sus domicilios a imagen de las del palacio real de Madrid, como afirmación de su soberanía, además de la emisión de sellos, moneda, etc. puesto que «el carlismo siempre se ha presentado a si mismo como una alternativa real al sistema político liberal». Ilustró su discurso el conferenciante con numerosas imágenes que acercaron la comprensión del exilio de los reyes carlistas a la audiencia, con la particularidad de que pudieron ver ese mismo día, in situ, los escenarios donde este exilio se desarrolló.
Por su parte, Alfonso Bullón de Mendoza, autor de numerosas publicaciones centradas en historia del Carlismo, la II República y la Guerra Civil española y vicepresidente del Consejo Científico del Archivo que Don Carlos tiene depositado en la Universidad Radboud de Nimega, disertó sobre la Primera Guerra Carlista.
El título de su conferencia fue «La dimensión militar del primer carlismo». En una intervención cargada de anécdotas de la guerra, Bullón de Mendoza explicó la dimensión real del conflicto, que superó en número de muertos al de la guerra civil del 36-39, con muchos menos medios técnicos y armamentísticos. Explicó también el conferenciante cómo las filas carlistas fueron engrosándose exponencialmente según avanzaba la guerra. Y cómo, con el crecimiento de las adhesiones a las filas legitimistas y las deserciones del bando liberal, Don Carlos pudo reunir hasta tres ejércitos, habiendo empezado la guerra sin apenas medios militares frente al bando cristino que tenía bajo su mando a todas las unidades del Ejército. De igual modo relató la depuración de los voluntarios realistas en el periodo precedente y la dimensión militar real de campañas como la Expedición Real o la del General Gómez. Afirmó Alfonso Bullón de Mendoza que, según su parecer, de todas las guerras carlistas, la primera fue la única en la que las filas legitimistas tuvieron una posibilidad real de vencer.
Concluido el acto académico, y habiendo sido fuertemente ovacionados ambos conferenciantes, concluyó la jornada con un aperitivo en el mismo Urban Center de Trieste, provisto por el ayuntamiento de la ciudad.
Ecos en la prensa local
Tanto los medios locales como el ayuntamiento triestino se han hecho eco de los actos, dando noticia de los mismos. Pueden verlo aquí:
Il Picolo: